Baby Blues

En Baby Blues cada jugador es encargado de una guardería con cinco bebés a su cargo. Tu misión es conseguir que tus bebés no lloren, porque una vez empiezan a llorar es imposible consolarles. Al mismo tiempo tienes que tratar de alterar a los bebés de tus oponentes. Para ello vale todo tipo de travesuras, desde quitarles el chupete a vaciarles el biberón.

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En su turno cada jugador puede jugar todas las cartas que quiera para consolar a sus bebés y una para tratar de alterar a los bebés de los contrincantes. Cada carta mala tiene su compensación con una buena, por ejemplo, si te han jugado una carta para quitarle el chupete a tu bebé puedes jugar una carta de chupete para devolvérselo. Si te han excitado  a tu bebé podrás calmarlo por ejemplo con un juguete, pero ojo, también hay cartas para romper el jueguete.

Todos los bebés que no hayas conseguido calmar al final de tu turno se pondrán a llorar y no habrá forma de conseguir consolarlos. Eso sí,  si no tienes las cartas apropiadas para contrarrestar las cartas negativas siempre puedes tratar de negociar un intercambio con tus contrincantes, pero ojo, no es obligatorio cumplir con lo acordado.

En cuanto un jugador tenga a sus cinco bebés llorando se acaba el juego y el resto de jugadores contará los puntos que sumen los bebés que no estén llorando. El jugador con más puntos será el ganador.

Reglas sencillas para un juego directo y divertido, todo interacción. Es un juego que si lo «roleas» un poco con los críos resulta muy gracioso. Eso sí, ojo porque puede terminar en enfados si los chavales se lo toman muy a pecho, será necesario un poco de mano izquierda por parte del adulto.

Las mecánicas del juego recuerdan a las de un título previo como es Virus, sin embargo la temática y la estética son más apropiadas para chavales de menor edad.

En definitiva, Baby Blues es un juego rápido y divertido siempre que se juegue con críos acostumbrados a juegos con alta interacción.

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